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Writer's pictureFr. Austin

Hacia Jesus a través de Maria


Hermanos y hermanas, hoy alcanzamos la culminación de nuestro viaje espiritual hacia una unión más profunda e íntima con nuestra Santísima Madre al contemplar el santo Rostro de su Hijo, Jesús. Juntos habieron buscado fortalecer su amor por María y por Jesús como hijos e hijas fieles, y hoy tenemos esta devoción sellada en una consagración especial. ¡Bienvenidos y felicidades!


El objetivo de esta consagración es simple, pero profundo: la unión perfecta con Jesucristo a través de un don total de todo lo que somos y la ofrenda de nosotros mismos a nuestra Señora. Cuando nos consagramos a María, le damos nuestros cuerpos, nuestras almas y el valor de nuestras buenas obras y oraciones para usar y distribuir como ella quiera. Ella es la Mediadora de todas las gracias, lo que significa que todas las gracias de Dios se distribuyen al mundo a través de ella, así como nuestro Salvador fue dado al mundo a través de su fiel “sí”. A su vez, María, a cambio de nuestra consagración, usa todo el poder de su intercesión para ayudarnos a conformarnos a Cristo.


San Louis-Marie de Montfort describió la consagración total a María como “el medio más seguro, fácil y perfecto” para convertirse en santo; y que “cuanto más se consagra un alma a María, más se consagra a Jesucristo”.


Y así, aquí estamos, ofreciéndonos a nuestra Santísima Madre. “Totus tuus ego sum”.Esta consagración es más que un simple acto personal de piedad. Más bien, se están convirtiendo en vasos de gracia e intercesores para toda la Iglesia, de hecho, para todo el mundo. Así como María mira misericordiosamente a sus hijos e intercede por todos nosotros, así también ustedes interceden por nuestros hermanos y hermanas, para que sean santos, para que conozcan la paz verdadera y para que todos los hombres se salven.


Cuidando perfectamente de nosotros, María distribuirá primero nuestros méritos hacia nuestra vocación de vida, y lo hará de la mejor manera posible. Ella nos guiará a cumplir con nuestras obligaciones con respecto a nuestro estado y llamado dados. Además, ella compartirá perfectamente estas gracias incluso cuando nos olvidemos o no tengamos forma de saber qué hacer por los demás. ¡María, nuestra Madre, sabe mejor!


Volvernos a María de ninguna manera oscurece nuestra completa devoción a nuestro Señor Jesús. Más bien, la devoción a María aclara nuestro amor y atención a Cristo. Como en las bodas de Caná, cuando nos dirigimos a María, ella nos señala a su Hijo y nos insta a “Hacen lo que Él los diga”.


La semana pasada, los científicos estaban emocionados de compartir las increíbles imágenes del universo proporcionadas por el poderoso Telescopio Espacial James Webb. Estas imágenes ven más lejos y con mayor claridad que nunca antes, incluso acercándose a los orígenes del universo. María es como ese telescopio: a través de su agencia, vemos a Jesús más claramente y lo amamos más profundamente. El amor de una madre siempre hace esto.


Entonces, amigos, abracen a María como ella los abraza a ustedes hoy. Permiten que su amor les guíe a Jesús. Vivan esta consagración de tal manera que su obediencia a Cristo se profundice y su oración y acción en favor de la santidad del mundo transformen nuestra Iglesia y sociedad en una comunidad de amor, paz y justicia. Así nos convertimos en verdaderos discípulos del santo Hijo de María. Así la imitamos a ella, que fue la primera en consagrarse por Jesús. Como el corazón de María, su cuerpo, su alma fueron preparados para recibir plenamente a Cristo en el tiempo perfecto de Dios, estén siempre tan dispuestos a recibir a Jesús que su participación en la vida divina esté siempre asegurada.

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